sábado, 24 de junio de 2017

De Mérida al D. F.

  
Entre la ciudad de Mérida y el D.F. había aproximadamente 1450 km por la carretera costera del Golfo de México, lo que implicaba veinticuatro horas de autobús. Ni el estado de la ruta ni las características del vehículo permitían hacer el trayecto en un tiempo menor. Como, entre otras incomodidades, el micro no tenía baño a bordo, se hacían muchas paradas en el camino que también tenían como objetivo comprar comida y subir y bajar pasajeros. Pero pese a todo, me pareció interesante el camino y utilicé ese medio para trasladarme a México Capital.
Como es mi costumbre, pedí ventanilla. Y justo a mi lado se sentó un profesor de Geografía del D. F. que había asistido al EGAL. ¡Genial! No había imaginado poder contar con explicaciones tan precisas sobre la zona rural mexicana.
Habiendo partido muy temprano a la mañana recorrimos la zona de producción de petróleo para llegar en las primeras horas de la tarde a Villahermosa. El calor era agobiante sumado a la humedad ambiente. Y allí debíamos almorzar y podíamos comprar productos elaborados en la región.
Para mi sorpresa, ¡encontré dulce de leche! Que en México se lo elaboraba también en forma de barritas duras y se hacía con leche de cabra, y no de vaca. Pero no se llamaba “dulce de leche”, sino que tenía otro nombre conflictivo para los argentinos. Su nombre era “cajeta”, que para nosotros era la versión grosera de denominar a la vagina.
El campo mexicano estaba bastante poblado. Tal vez sea una apreciación muy parcial, debido a que lo estaba comparando con la Región Pampeana. Pero pude observar un menor tamaño de las explotaciones, menor mecanización y más familias trabajando en los sembrados. Luego se hizo de noche, y arribamos a la Ciudad de México cerca de las ocho de la mañana.
Me alojé en Coyoacán en la casa de José Luis y compartí muy lindos momentos con su mujer y niños.
Coyoacán era un barrio del D. F. que estaba ubicado al sur de la ciudad y era un verdadero centro cultural. Allí se encontraban los principales centros universitarios, colegios, museos, iglesias y casas de gran valor histórico. Era realmente un gran placer caminar por sus calles empedradas y sus plazas y jardines.
Una de las visitas que no había podido realizar en mi viaje anterior a la Ciudad de México era la del Museo Casa de León Trotski, que se encontraba en la finca donde se exilió y fuera asesinado en 1940 por Ramón Mercader, bajo las órdenes de Stalin. Los boletos de ingreso al museo tenían un descuento del cincuenta por ciento para estudiantes, docentes y jubilados. Pero para poder tomar fotografías, cobraban un arancel aparte; así que terminé pagando casi lo mismo que una entrada general.
Yo conocía muchos detalles sobre el tema por haber leído “EL Asesinato de Trotski”, de Julián Gorkin, donde además de relatar los acontecimientos referentes al enfrentamiento entre ambos líderes en Europa, describía pormenorizadamente las características de ese predio. Y me imaginaba una mansión, una verdadera fortaleza. Sin embargo, me encontré con una casa cómoda pero sencilla.
En las salas de ingreso había muestras temporales y una biblioteca pública con las obras del viejo revolucionario. En la vivienda podían visitarse la cocina, el comedor, el baño y el dormitorio donde se visualizaban las marcas de bala del primer atentado fallido a manos del pintor David Alfaro Siqueiros y sus cómplices. Y en el escritorio donde trabajaba Trotski, se mantenía el mapamundi en la pared de su cabecera y se conservaban todos los elementos tal cual como estaban dispuestos en el momento del ataque mortal. En el centro del jardín donde se entretenía alimentando a sus gallinas y conejos, se encontraba un pequeño mausoleo con las urnas que contenían las cenizas de él y de su mujer. Y a un costado había una construcción que aparentaba ser un viejo galpón, donde se exhibían audiovisuales educativos. Allí permanecí un largo rato viendo películas sobre diferentes etapas de la vida de Trotski y de Stalin, así como de la historia de la oscura vida del asesino. En la casa de los guardias se había instalado una pequeña cafetería y un puesto de ventas de libros y souvenirs.
La otra asignatura pendiente era la de conocer el Museo Frida Kahlo, que se encontraba en la Casa Azul, donde la pintora nació y permaneció a lo largo de su vida, a pesar de que mientras estuviera casada con el muralista Diego Rivera, residiera en otros lugares, incluso en el exterior.
La Casa Azul, tal cual sus cuadros, eran un verdadero reflejo de la vida difícil que le tocó vivir a la destacada artista, debido a un accidente sufrido durante su juventud, que la dejó inmovilizada por largo tiempo, le impidiera tener hijos y que al cabo de los años le significara la amputación de su antepierna.
Sus obras mostraban de manera cruel, impactante, las temáticas propuestas.  Y era por eso que cuando los críticos la consideraron surrealista, ella respondió que no lo era, simplemente que pintaba su realidad, su sufrimiento…  Justamente parte de los objetos que se exhibían eran sus muletas, corsés y medicamentos dando cuenta de sus tormentos. También sus exvotos, juguetes, vestidos y joyas, entre ellas un par de aros que le regalara Picasso.
Si bien el estilo de la pintora no era de mi preferencia, siento una profunda admiración tanto por su fuerza ante los obstáculos de la vida, como por su valentía para expresarse en una sociedad y en un momento histórico muy restrictivos para el sexo femenino.
Al caer la tarde la placita de Coyoacán se pobló de gentes y de venta ambulante de artesanías y otros productos. Y también los barcitos con mesitas en las calles se llenaron de clientes que consumían todo tipo de refrescos, en especial alcohólicos. Todo muy agradable, muy coqueto, semejante al ambiente de la placita Serrano en el barrio de Palermo. Y aprovechando la melancolía que esto me produjera, me comuniqué telefónicamente y por chat con varios miembros de mi familia. Todo estaba bien en Buenos Aires, así que me quedé tranquila y continué con mi paseo.
Cené con José Luis y los suyos, y luego me llevó en su camioneta hasta la terminal, desde donde partiría en micro hacia Guadalajara.


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