sábado, 24 de junio de 2017

Nació Laurita, ¡y yo en México!


El autobús partió desde el D. F. pasada la medianoche. Era semicama y muy confortable. El camarero estaba por poner una película cómica, ya que había niños en el pasaje, pero todos pidieron una de mucha acción. Una mujer que tenía a mi lado gritaba: -“¡Una de miedo!” Así que me acomodé sobre la ventanilla y me dormí. Bien temprano arribamos a Guadalajara. Luis Felipe me había reservado una habitación en un hotel muy elegante junto con Cristina y Brisa, quienes llegaron en avión.
Como era domingo, Luis Felipe nos invitó a pasar el día en Tlaquepaque, una localidad en el área metropolitana de Guadalajara que se caracteriza por la elaboración de artesanías en papel maché, vidrio, latón, alfarería, hilados, barro, piel y madera.
El pueblo contaba con calles cortadas al tránsito motorizado por donde caminar con tranquilidad pudiendo observar la producción de sus habitantes, y varios centros comerciales para todos los bolsillos. Yo lamentablemente no podía comprar demasiado, no sólo porque los precios eran muy altos para los argentinos en ese momento, sino también por el tamaño, peso y fragilidad de algunas piezas realmente extraordinarias. De todos modos, disfruté mucho del paseo y de la compañía.
Era el 27 de abril de 2003. Habíamos caminado mucho, estábamos cansados y para relajarnos decidimos sentarnos en una mesita de bar en la calle para tomar algo fresco antes de partir. Ese día había elecciones en la Argentina, y si bien no habíamos podido votar, por lo menos queríamos enterarnos de los resultados. Pero los cybers estaban cerrados por ser feriado, cosa insólita en un lugar turístico; así que calculando que en Buenos Aires ya serían las ocho de la noche, llamé por teléfono a mi padre para que me informara.
Mi padre sintéticamente me dio todos los datos disponibles hasta el momento, y acto seguido me dijo: -“La nena está en incubadora”.
- “¡¿Qué nena?!”, pregunté.
-“¡¿Cómo, no sabías que nació Laurita?!
-“Si faltaba un mes y yo hablé anoche y …”.
-“Pero nació a la madrugada.”
¡No lo podía creer! Él me tranquilizó diciéndome que la madre y la nena estaban bien y que mi hijo Joaquín me había enviado un mail contándome que había presenciado el parto…
Yo regresé a la mesa donde estaban mis amigos. Les dije que no me acordaba los resultados de las elecciones pero que había sido abuela por segunda vez. Y brindamos por eso.
En cuanto volvimos a Guadalajara buscamos un cyber abierto y me puse en contacto con todos. Quería volverme esa misma noche porque mi familia está antes que todo, pero me convencieron de que era absurdo porque apenas la madre la podía ver un ratito.

Los dos días que siguieron hicimos las presentaciones académicas que nos habían llevado hasta allí, y continuamos visitando la ciudad, pero mi cabeza estaba en Buenos Aires.

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