domingo, 10 de septiembre de 2023

De Guayaquil a Manta

 | El sábado siete, en Guayaquil, desayunamos bollos con huevos, dulce y café y ya siendo las once, tomamos el bus “Reina del Camino” que por cinco dólares nos llevaría a Manta. Se trataba de un coche ejecutivo con aire acondicionado, ¡y no pidamos más! Nada de apoyapiés ni otras comodidades. Era lo que había. Pagamos veinticinco centavos de dólar cada uno por el uso de la terminal y pasamos por un molinete hasta donde estaba el micro. Y, como era habitual en gran parte de los países latinoamericanos, nos revisaron los bolsos de mano al subir.

Al llegar a Manta, nos alojamos en el hotel Barbasquillo, tan simple como bonito que se encontraba sobre una barranca junto al mar.

El establecimiento tenía un fuerte control de seguridad en la puerta. Entonces yo le pregunté al conserje si el lugar era tan peligroso como Guayaquil, a lo que el hombre me respondió que Manta era un lugar muy tranquilo, pero que, si no pusieran agentes armados, gran parte de los turistas no lo elegirían.

Y en cuanto dejamos el equipaje fuimos a dar un paseo por la playa de Barbasquillo.

Acantilados junto al mar

 

 

En la costa de Manta

  

Con mi musculosa de Panamá, pero en Ecuador

  

Omar con los pies en el Pacífico

 

El majestuoso océano Pacífico

  

Despidiéndonos de la playa Barbasquillo

  

Al día siguiente salimos a recorrer la zona céntrica. Manta contaba en 2012, momento en que nos encontrábamos allí, con más de doscientos cincuenta mil habitantes, siendo una de las ciudades ecuatorianas más dinámicas económicamente. 

Parque de la Madre, junto a la avenida del Malecón de Manta

  

Monumento en una de las fuentes del parque de la Madre

 

 

Muy concurrido el parque de la Madre

  

Aguas danzantes en el parque de la Madre

 

 

Canteros con flores en el parque de la Madre

 

 

Vista panorámica de las fuentes del parque de la Madre

 

La ciudad se encontraba en la provincia de Manabí, en la bahía de Manta, en la costa centro-sur del Ecuador. Esta zona presentaba un verdadero microclima, que lo diferenciaba absolutamente del resto de la costa ecuatoriana que se caracterizaba por ser extremadamente caluroso y húmedo. En cambio, Manta, por influencia de la corriente fría de Humboldt, tenía una temperatura más moderada y las precipitaciones anuales no superaban los doscientos cincuenta milímetros, concentradas entre los meses de febrero y marzo, por lo que nosotros contábamos con buen tiempo. 

Avenida del Malecón de Manta

  

Manta era conocida como el primer puerto atunero del mundo, y como uno de los principales puertos de paso de cruceros de la costa americana del Pacífico, además de tener una serie de balnearios visitados tanto por turistas nacionales como extranjeros.

 

Barcas pesqueras desde un mirador

 

Barcas pesqueras sobre la playa

 

Puerto pesquero en la bahía de Manta

  

Principal puerto atunero del mundo

  

Como era de esperar, gran parte de las comidas típicas se basaban en productos del mar, muchas de ellas contenían plátanos, pero absolutamente todas, eran acompañadas con arroz blanco.

 

Omar almorzando comidas típicas

  

Además de la industria pesquera, se habían establecido varias empresas productoras de aceites vegetales y maquiladoras, así como la radicación de importantes entidades bancarias.

Es de destacar la Iglesia La Merced, confiada a la Misión Jesuita en 1923, que contaba con una gran cantidad de feligreses, dado que, en Ecuador, más del ochenta por ciento de la población era católica.

 

Banco Del Bank e iglesia La Merced

  

Al día siguiente continuaríamos viaje hacia el norte, por lo que, a la vuelta de la recorrida por el Centro de la ciudad, nos tomamos un descanso en la piscina del hotel.

 

Descansando en los jardines del hotel

 

Omar en la piscina del hotel

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario