martes, 12 de septiembre de 2023

De Manta a Quito

 El lunes 9 compramos los pasajes Manta-Quito, servicio ejecutivo de la línea de ómnibus “Reina del Camino”, por los que nos cobraron solo diez dólares por cada uno, y desayunamos en la terminal. Y si bien se trataba del local de la empresa, había una sola mesa a compartir, siendo un lugar muy precario para lo que los argentinos estábamos acostumbrados, aunque todo gozaba de buena limpieza.

En Manta, las temperaturas oscilaban durante todo el año entre 24 y 26°C. Durante el invierno, que se iniciaba a principios de diciembre y concluía en mayo, la influencia de la corriente del Niño permitía que los vientos del mar produjeran lluvias en el continente, mientras que, por el contrario, en el verano, que iba de junio a diciembre, la corriente de Humboldt, generaba precipitaciones en el mar, dando lugar a una relativa sequía en las costas. Debido a que las temperaturas eran similares y muy elevadas durante todos los meses del año, llamaban invierno al período de lluvias y verano a la etapa seca.

 

Omar desayunando en el bar de la terminal de la empresa de ómnibus “La Reina del Camino”

 en la ciudad de Manta

 

A unos cuarenta y cinco minutos de haber partido, hicimos la primera parada en Portoviejo, una ciudad ubicada a unos treinta kilómetros de Manta. Fue fundada el 12 de marzo de 1535 por el español Francisco Pacheco, y el rey Felipe II había mandado a elaborar un escudo que contenía la frase “A la muy noble, muy leal Villa Nueva de San Gregorio de Portoviejo, ciudad de los Reales Tamarindos”, fruta que se producía en esas tierras. Pero fue recién a mediados del siglo XIX, cuando presentó un acelerado crecimiento demográfico posicionándose como uno de los principales núcleos urbanos del país, alcanzando en el censo de 2010 una población de 206.682 habitantes, convirtiéndose en uno de los más importantes centros administrativos y financieros, comerciales y educativos del Ecuador.

Debido a que el relieve de la zona consistía en una extensa llanura a 50 m.s.n.m., con un clima tropical lluvioso, cuyas temperaturas mensuales eran de 25°C a lo largo de todo el año y 1000 mm de lluvias, se desarrollaba la agricultura tropical destacándose las frutas, las hortalizas y las legumbres para consumo interno.

 

Circulando por la calle Pedro Gual esquina avenida Rocafuerte en la ciudad de Portoviejo

 

 

Mucho tránsito en  Portoviejo

 

 En media hora más llegamos a la terminal de ómnibus de Rocafuerte, que se encontraba frente a la radio Rocafuerte – 96.1 Mhz.

Esta era una localidad pequeña en cantidad de población, ya que contaba con solo 10.574 habitantes, sin embargo, se trataba del centro urbano de un extenso valle que debido a la importancia en cuanto a la producción de arroz, se lo conocía como “el granero de Malabí”. Tanto los arrozales como otras plantaciones de carácter tropical eran posibles por tratarse de un clima con temperaturas que oscilaban entre los 24 y los 26°C durante todo el año con precipitaciones que alcanzaban los 594 mm concentrándose, principalmente, entre los meses de enero y abril, en que se producían inundaciones. Algunos de los cultivos tenían continuidad en las colinas circundantes, por lo que se los realizaba en función de las curvas de nivel.

Por otra parte, se notaba una gran desigualdad socioeconómica a partir de las construcciones que iban desde casas de campo muy bien dotadas hasta palafitos sumamente vulnerables que tenían la finalidad de protegerse durante la estación de las lluvias.

 

Zona rural entre Portoviejo y Rocafuerte

  

Radio Rocafuerte – 96.1 Mhz

  

Terminal de la empresa de ómnibus “Reina del Camino” en la ciudad de Rocafuerte

 

 

Plantaciones cercanas a Rocafuerte

  

Arrozales en Manabí

  

Colinas de Manabí

  

Pequeños valles fluviales en las colinas de Manabí

 

 

Viviendas rurales en Manabí

 

Campos de Manabí

  

Cultivos en curvas de nivel

  

Diversidad de cultivos según la altura

 

Palafitos para soportar las inundaciones estacionales

 

Viviendas de alta vulnerabilidad en las laderas

 

Continuando por una extensa llanura, a una altitud de 11 m.s.n.m., a treinta y dos kilómetros, se encontraba Tosagua. Era llamada “El Corazón de Manabí”, por su ubicación geográfica, que en el censo de 2010 contaba con una población de 10.751 habitantes, siendo sus actividades principales el comercio, la ganadería y la agricultura.

Por su clima cálido con 25°C durante todo el año y precipitaciones de 738,2 mm anuales con mayor concentración entre los meses de enero y abril, se producían inundaciones por lo cual también se construían viviendas en forma de palafito, a los que percibí de muy alto riesgo.

Estación de servicios “Tosagua

 

Áreas inundables en Tosagua

 

Acumulación de agua en período de precipitaciones

  

Siempre dentro de la provincia de Manabí, en el camino entre Tosagua y Chone, se encontraba La Segua, un humedal que ocupaba el quinto lugar entre los diecinueve del Ecuador, y donde vivían mil setecientas personas que se dedicaban a la pesca y la ganadería, doce especies de peces, ciento sesenta y cuatro de aves, más de veinte migratorias, y veintisiete de flora. Este ecosistema estaba en la lista de la Convención Ramsar, una iniciativa de protección, de la cual el país formaba parte desde 1991.

 

Un palafito en las inmediaciones del humedal “La Segua”

  

Chone había sido fundada en una llanura costera entre los territorios pantanosos, semisecos, subtropicales y húmedos rodeada por cerros y lomas que formaban pequeños sistemas de elevaciones litorales con alturas que sobrepasaban los 100 m.s.n.m. derivados de la cordillera Occidental de los Andes adyacente directamente al océano Pacífico. El relieve más alto se encontraba hacia el sudeste, siendo el del cerro Blanco con 560 m.s.n.m.; y por el noroeste y oeste estaba rodeada por tres cerros, de los cuales se destacaba el Guayas. Por contar con temperaturas de 26°C a lo largo del año con precipitaciones de 730,4 mm concentradas entre los meses de enero y abril, la zona era ideal para la plantación de plátanos.

 

Plantación de plátanos en la zona de Chone

  

Chone estaba rodeada por cerros y lomas

 

Ganado entre las plantaciones de plátanos

 

 Ya rumbeando hacia el nordeste, a poco más de dos horas, llegamos a El Carmen, en una extensa llanura a 236 m.s.n.m., donde las temperaturas promedio de todos los meses del año eran de 16°C, siendo de alrededor de 24°C durante el día y descendiendo hasta los 11°C durante las noches, con precipitaciones cercanas a los 700 mm anuales que predominaban entre octubre y mayo. En el censo de 2010 tenía una población de 46.358 habitantes, siendo ciudad dormitorio de la vecina Santo Domingo, a tan solo treinta y cuatro kilómetros hacia el este.

Sus orígenes databan de inicios del siglo XX, y se había convertido en uno de los más importantes centros administrativos, económicos, financieros y comerciales de Manabí, pero las principales actividades de sus alrededores eran la agricultura, especialmente de banano y la ganadería.

 

Lluvia y calor generaban abundante y variada vegetación en El Carmen

 

Selva tropical en El Carmen

 

Plantación de plátanos en El Carmen


Ya había pasado el mediodía cuando bajamos para almorzar en El Carmen. El menú consistía en arroz, carnes, ensalada y jugo. Todo por tres dólares.

Y desde un teléfono público aproveché para hablar por teléfono con mi mamá quien se encontraba en Buenos Aires, llamada que me costó un dólar y medio, precio muy elevado en comparación con la comida.

 

Cocina del comedor de El Carmen

  

Locales comerciales en la avenida Chone de El Carmen

  

Comedores al paso en El Carmen

 

 En media hora estuvimos en Santo Domingo de los Colorados, cabecera de la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, con una población de 270.875 habitantes. Se localizaba en los flancos externos de la cordillera Occidental de los Andes, a una altitud de 635 m.s.n.m., y a 120 km del mar, donde las temperaturas promedio eran de entre 25 y 26°C durante todo el año, con precipitaciones de alrededor de 1.325 mm anuales predominando entre los meses de enero a mayo. Era uno de los centros administrativos, económicos, financieros y comerciales del Ecuador, siendo sus actividades principales la ganadería, la industria y el transporte.

 

Llegando a Santo Domigo de los Colorados

  

Avenida Quito en Santo Domingo de los Colorados

  

A partir de allí nos dirigimos directamente hacia Quito, la capital ecuatoriana localizada en un valle de altura entre los cordones Occidental y Oriental de los Andes. Y al comenzar el cruce, en plena montaña, primeramente las nubes ocuparon todo el paisaje para luego desatarse una temible tormenta tropical, en una zona donde los picos de las montañas superaban los 5.000 m.s.n.m., con laderas cubiertas de vegetación selvática y un camino de cornisa angosto y resbaladizo, donde la visibilidad era prácticamente nula.

 

Las nubes ocuparon todo el paisaje

  

Durante el cruce del cordón Occidental de los Andes, se largó la tormenta

  

Laderas selváticas en los Andes Ecuatorianos Occidentales

 

 

La lluvia cada vez más intensa sobre la montaña

  

El cordón Occidental de los Andes Ecuatorianos superaba los 5.000 m.s.n.m.

  

Lluvia y escasa visibilidad en el camino de cornisa

  

Visión desde la ventanilla del ómnibus durante la tormenta

  

Llegamos a Quito en medio de la lluvia torrencial. Le habíamos puesto más de cinco horas para hacer los últimos ciento sesenta kilómetros porque el camino estaba reducido por un derrumbe. El micro nos dejó en su terminal que consistía en una pequeña boletería y despacho de cargas, pero, además, estacionó en la calle. Logramos conseguir un taxi y nos alojamos en el hotel Plaza del Teatro, en la calle Guayaquil, frente a dicha plaza. Un lugar donde había varios barcitos y cybers. Y allí, un establecimiento antiguo, pero bien puesto, discreto y limpio, pagamos veinticuatro dólares el alojamiento sin desayuno.

Había sido un día intenso. Poco más de cuatrocientos kilómetros separaban a Manta de Quito, sin embargo, nos había demandado toda la jornada transitarlos. Habíamos pasado de un clima cuyas temperaturas promedio oscilaban entre 24 y 26 °C durante todo el año y precipitaciones de 521,1 mm predominando entre enero y abril, a una zona donde todo el año la temperatura promedio era de 13°C con 1.172,3 mm predominando entre septiembre y mayo. Y si bien ambas ciudades se encontraban muy próximas a la línea del Ecuador, la primera estaba sobre el nivel del mar en las costas del Pacífico, y la segunda a los 2.812 m.s.n.m., en plenos Andes Ecuatorianos, lo que explicaba su clima templado.

Ya de noche, y bien abrigados, salimos a caminar por las angostas calles del Centro Histórico, que eran tan bonitas como plácidas, pero en las que la mayor parte de los locales cerraban a horas tempranas. Buscamos un lugar donde cenar y solo encontramos abierto un restorán chino, donde, por dos platazos de tallarines con vegetales acompañados por sendas botellitas de Nestea (té frío con limón), pagamos menos de ocho dólares. Pero cuando se hicieron las diez de la noche, y ante nuestra vista, la dueña desenchufó una de las heladeras.

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