martes, 5 de septiembre de 2023

Navidad en el Barrio Parque El Remanso de Parada Robles

   En diciembre de 2011 decidimos pasar la Navidad juntos, no solo mi enorme familia, sino, además, algunos amigos, para lo cual fue preciso alquilar una quinta en las afueras de la Ciudad de Buenos Aires.

Y fue así, que conseguimos una con suficiente capacidad como para poder pernoctar gran parte de nosotros durante las noches previas, además de disfrutar de una piscina y de un amplio parque.

El lugar fue el Barrio Parque El Remanso, perteneciente a la localidad de Parada Robles, en el partido de Exaltación de la Cruz, al noroeste del Área Metropolitana de Buenos Aires. Se trataba de una urbanización cuyo emplazado llevaba solo cinco años en una superficie de quinientas hectáreas.

Junto con Omar, Martín y Ludmila tomé una combi en las cercanías del Obelisco para llegar al kilómetro setenta y tres de la ruta nacional número ocho, donde nos pasaron a buscar en auto nuestros familiares ya que la quinta se encontraba a varias cuadras por calles de tierra.

En esos días el calor era insoportable, por lo que chicos y grandes pasamos gran parte de las jornadas en la pileta, y recién a la tardecita, nos podíamos poner a tomar sol. 

Chicos y grandes en la pileta

  

Mi nieta Melina con su salvavidas

  

Un picadito en el agua

  

Toda la familia disfrutando del agua y del sol

  

Cuando todos habían salido de la pileta, Martín continuaba en el agua

 

 

Mis nietas Rocío, Laurita y Melina al sol

  

Mis hijos Fernanda y Martín tomando sol, ya a la tardecita

  

Y antes de cenar, se armaban tanto una banda de música improvisada como el infaltable partido de truco. 

Enrique en guitarra y Joaquín, Francisco y Martín en percusión

  

Martín, Francisco y Joaquín en una banda improvisada

 

El infaltable partido de truco

 

Y, por las noches, después de charlas y risas prolongadas, cuando casi todos se iban a dormir, perdí varios partidos de canasta con mi hijo Enrique. 

Cuando casi todos se iban a dormir, jugaba a la canasta con Enrique

 

Enrique fue el encargado de hacer el asado para la mesa de Nochebuena, donde todos compartimos un momento maravilloso. 

Enrique a cargo del asador

 

La mesa de Nochebuena

  

Disfrutando de la mesa de Nochebuena

  

Cuando se hicieron las doce, brindamos por la Navidad, y apareció Papá Noel, quien trajo un montón de regalos para todos. 

¡Y llegó Papá Noel!

  

Mis nietas Ludmila, Laurita y Melina con los regalos de Papá Noel

  

En la tarde del 25 de diciembre decidimos regresar a casa, pero ese día no andaban las combis. Mi yerno Tobías nos llevó en el auto hasta la parada del colectivo en la ruta para ir hasta la estación de trenes de Pilar, a unos veinte kilómetros del lugar, pero, como era la primera vez que haríamos ese recorrido, no teníamos ni idea de cuánto era ni cómo había que pagarlo. Una mujer que se encontraba allí nos dijo que cada pasaje costaba tres pesos con cincuenta y que había que introducir monedas en una máquina. Comenzamos a contarlas, pero ya éramos cinco, porque se había sumado mi nieta Laurita, y no nos alcanzaban. No había nada abierto como para cambiar billetes, y eso nos obligaba a comunicarnos con alguien de nuestra familia para que viniera a solucionarnos el problema, perdiendo el colectivo, que pasaba con muy baja frecuencia. Entonces, esa mujer, sin conocernos, me hizo pasar a mí como acompañante de ella que era discapacitada, y de esa manera se resolvió la situación. Cada boleto resultó ser de solo dos pesos con cincuenta y nos hubieran alcanzado las monedas, pero fue muy bueno el gesto.

Tomamos el tren y nos bajamos en la estación Chacarita desde donde, en taxi, llegamos a casa, nuevamente en medio del cemento en pleno barrio de Congreso, pero, felices de haber pasado unos días rodeados de los seres más queridos y al aire libre.

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