sábado, 16 de marzo de 2024

Paseando por Medellín

   El martes 17 de enero nos pasó a buscar por el hotel nuestra colega Raquel Pulgarín con el fin de dar un paseo por el barrio La Candelaria, pleno Centro de Medellín. Así que caminamos unas cuadras hasta el parque Berrío, desde donde pudimos observar varios edificios de bancos y oficinas, y la basílica Nuestra Señora de la Candelaria. 

Estación de metro Parque Berrío

  

Edificio de la inmobiliaria Nutibara

  

Edificio del banco de la República

 

 

Basílica Nuestra Señora de la Candelaria y detrás, el banco de la República

  

Basílica Nuestra Señora de la Candelaria desde el parque de Berrío

  

El parque de Berrío era un espacio equivalente a la plaza de Mayo de Buenos Aires, no sólo por estar rodeado por la iglesia y los principales edificios públicos, localización típica de las ciudades hispanoamericanas, sino por haberse constituido en un lugar donde, sobre las bancas, muchas personas sentaban las bases de sus negocios, así como los reclamos de los habitantes de la ciudad. Era justamente allí donde las madres de los secuestrados se reunían dos veces al año, en los meses de junio y diciembre, a pedir por sus hijos; como así también en esa plaza se concentraban los desocupados.

 

Estatua en honor del abogado, militar y político colombiano Pedro Justo Berrío

 

Pesebre con grandes figuras que aún permanecía en pie

  

Edificio del Bancolombia

 

Mucha gente y diversidad comercial en el distrito La Candelaria

  

Caminando por la peatonal

  

Mientras nos desplazábamos por la avenida Carabobo, nos topamos con un grupo de personas que se encontraban frente al banco Agrario. Y al averiguar de qué se trataba, nos indicaron que estaban en busca de subsidios por problemas causados en sus campos por las FARC o por el ejército.

Banco Agrario de Colombia en la avenida Carabobo

 

Nos desviamos por la calle 51 para admirar la iglesia de la Veracruz, de estilo barroco popular, y retomamos la avenida Carabobo hasta llegar al Museo de Antioquía.

Iglesia de la Veracruz, de estilo barroco popular en la calle 51

 

 

Por la avenida Carabobo

  

Llegando al museo de Antioquía

 

Con Omar frente al museo de Antioquía

  

Y justo enfrente del museo de Antioquía se encontraba la plaza Botero, donde se exponían esculturas del artista colombiano más reconocido a nivel internacional. Fernando Botero, oriundo de Medellín, era, según el designio popular, el que “pinta gente gorda”; pero para el pintor, agregarle un aspecto más “voluminoso”, como él prefería llamarlo, implicaba añadirles belleza estética a sus obras, y desde ya, que eso fue lo que le diera un sello distintivo. 

La avenida Carabobo separaba al museo de Antioquía de la plaza Botero

  

Con Raquel Pulgarín en la plaza Botero

  

Cúpula del palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, de estilo neogótico, desde la plaza Botero

 

 

En la plaza Botero se exhibían veintitrés esculturas del afamado artista

 

En primer plano: “Hombre a Caballo”, y detrás: “El Soldado Romano”

  

Caballo con bridas

  

Gato – 1993 – Bronce

 

Adán y Eva

  

Maternidad

  

Continuamos caminando por la colorida y concurrida peatonal

  

Durante la tarde hicimos una visita a la Universidad de Antioquía donde la Doctora Raquel Pulgarín nos presentó a varios profesores con quienes mantuvimos interesantes conversaciones.

Y siendo ya las ocho de la noche, después de un día de mucha actividad, en el restorán del hotel nos sirvieron una “bandeja”, que consistía en un trozo de carne de res, arroz, maduro (que era banana), ensalada, frijoles y arepa.

Exquisito plato típico

 

Si bien estábamos muy cansados, tampoco hubiese habido posibilidades de hacer una salida nocturna, ya que todo terminaba muy temprano, por lo que a las nueve de la noche ya estábamos durmiendo.

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